¿Qué es la disautonomía? Es una alteración transitoria de algunos mecanismos encargados de la autorregulación; el sistema nervioso autónomo está encargado de controlar funciones automáticas del organismo, como la presión arterial, el pulso, la temperatura, el tono vascular y la respiración; cuando hay alteraciones en este sistema es cuando hablamos de disautonomía. Aún no hay claridad acerca de los mecanismos fisiopatológicos implicados en esta condición; algunos autores consideran que los estilos de vida actuales, la mala alimentación, el estrés, el exceso de trabajo y el sedentarismo, son detonantes de la disautonomía. ¿Cuáles son los principales síntomas? Esta condición tiene manifestaciones muy variables que van desde mareo, palpitaciones, sudoración anormal, fatiga, dolor de cabeza, hasta la pérdida transitoria de la conciencia (síncope). Cuando se sospecha disautonomía es importante consultar al médico, quien deberá hacer un abordaje adecuado y descartar otras causas alternas de los síntomas; una vez se confirme el diagnóstico es necesario iniciar una serie de medidas enfocadas en mejorar la calidad de vida y disminuir la frecuencia y gravedad de los síntomas. ¿Cómo se hace el diagnóstico? Es un diagnóstico esencialmente clínico, derivado de una buena historia clínica, examen físico y exámenes complementarios. En algunos escenarios específicos, el paciente puede requerir estudios como el tilt test (mesa basculante), el cual es útil para evaluar algunas variables hemodinámicas como la presión arterial y la frecuencia cardiaca, al someterse a cambios bruscos de posición y a algunos medicamentos. ¿Cuál es el tratamiento de la disautonomía? La mayoría de los pacientes mejoran con medidas no farmacológicas, las cuales son el eje central del tratamiento; sólo en casos muy especiales se requerirá medicamentos o procedimientos que deberán indicarse por un especialista. Estas son las recomendaciones más útiles para el manejo de esta condición: